La homosexualidad es algo todavía perseguido y sobre la que cae el manto de la desinformación, el desprecio social, la ignorancia, la presión familiar y cientos de cuentos chinos más.
Ser homosexual es exactamente igual a ser heterosexual, peluquero, catador de vinos o pianista. Y, sin embargo, la sociedad todavía no la acepta y cree que es algo contra natura. Lo peor que sufren las personas homosexuales es el rechazo familiar. La primera parada de su via crucis vital. Por órdenes atávicas y preceptivas socio-religiosas se considera a estas personas raras, diferentes, enfermas, degeneradas y montones de barbaridades más. El mundo es hetero y su pensamiento único, y todo lo que no es así es malo. No nos queda otra que tomárnoslo a risa porque, de lo contrario, es demasiado trágico para millones de personas en el mundo que sufren en silencio todo tipo de silencios, vacíos y humillaciones. La sexualidad no tiene límites y nada ni nadie nos puede apartar de nuestros gustos, libres elecciones y goces.
A mí ,por ejemplo, cuando alguien me viene con el cuento de ‘yo no soy homo, o no soy lesbi, me gustan las personas’. Marramiau. Gato encerrado. Lo de la bisexualidad lo dejo para otro día.
Cuando desde la infancia o adolescencia sientes atracción por alguien que es de tu mismo sexo ya llegan los primeros problemas y frustraciones porque no tenemos a nadie para contarlo y que nos ayude. Es un deber de la sociedad plural, abierta, liberal y democrática el informar en las escuelas, desde los primeros años, a todo lo que concierne a la homo y lesbianismo y no ceñirse férreamente a las clases para no quedarse embarazadas.
Y es derecho de todas las personas el tener acceso a esa información. También preparar a las familias para normalizar desde el primer momento la detección en una de sus criaturas con algo que ni es problema, ni es diferencia ni es enfermedad. Es un logro social hoy que se acepte el lema de que en la pluralidad caben y enriquecen las diferencias. Que haya un día para el orgullo gay y que se haya legislado para que las personas homosexuales puedan casarse y adoptar.
Paro jamás olvidemos que en los ámbitos rurales de nuestro democrático país ni mujeres ni hombres pueden tener libertad para ejercerla. Que hay un montón de países que matan, torturan y, lo peor, ignoran y condenan a una vida desgraciada a nuestras hermanas lesbianas y compañeros homo.